Un fragmento de La vorágine
"Las
visiones del soñador fueron estrafalarias: procesiones de caimanes y de
tortugas, pantanos llenos de gente, flores que daban gritos. Dijo que los
árboles de la selva eran gigantes paralizados y que de noche platicaban y se
hacían señas. Tenían deseos de escaparse con las nubes, pero la tierra los
agarraba por los tobillos y les infundía la perpetua inmovilidad. Quejábanse de
la mano que los hería, del hacha que los derribaba, siempre condenados a
retoñar, a florecer, a gemir, a perpetuar, sin fecundarse, su especie
formidable, incomprendida. El Pipa les entendió sus airadas voces, según las
cuales debían ocupar barbechos, llanuras y ciudades, hasta borrar de la tierra
el rastro del hombre y mecer un solo ramaje en urdimbre cerrada, cual en los
milenios del Génesis, cuando Dios flotaba todavía sobre el espacio como una
nebulosa de lágrimas. ¡Selva profética, selva enemiga! ¿Cuándo habrá de
cumplirse tu predicción?"
Me gusta mucho
ResponderEliminarMe gusta mucho
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminarmaincra
ResponderEliminar